Marisol trabaja
en una renombrada firma de arquitectura y ha participado en proyectos novedosos
que le han dejado muchas satisfacciones. Sin embargo, está consciente de que,
dadas las condiciones, los desarrollos innovadores son cada vez menores. Es por
esto que, junto con su esposo, está considerando emigrar a un lugar donde haya
más oportunidades de crecimiento personal y profesional.
Emigrar
como estudiante es una de las maneras más sencillas de abandonar tu terruño.
Sin la preocupación inicial de contar con un empleo, tienes tiempo para conocer
el entorno y el mercado laboral así como establecer conexiones que permitan ubicar
ofertas profesionales, de ser posible, antes de culminar tus estudios.
Los
profesionales que desean emigrar han de evaluar varios aspectos antes de abandonar
su patria, empezando por la revisión de las herramientas internas con las que
cuentan. Aquí surgen las primeras preguntas: ¿Qué sabes hacer?, ¿En qué tienes
experiencia?, ¿Qué formación técnica tienes? Las respuestas darán forma a tu
perfil profesional.
Identifica
tus características. Las pondrás a prueba cuando estés en tierras extrañas.
¿Cuál es tu capacidad de adaptación? ¿Cómo te sientes cuando las cosas no
marchan de acuerdo a tu planificación? Si no soportas el frío, piénsalo bien
antes de marcharte a Canadá, por ejemplo. La fuerza interior es fundamental
para sobrellevar la nostalgia del terruño y persistir en hacerse un espacio en la
nación elegida.
Estás al
tanto de tus recursos personales y profesionales y surgen más interrogantes:
¿Qué buscas? ¿Cuál es tu objetivo? Esto va de la mano con la elección del país
al cual quieres partir. Antes de decidir a donde ir, investiga, únete a grupos
en redes sociales donde los inmigrantes cuentan sus experiencias. Conoce el
mercado laboral, el marco legal y las costumbres.
Marisol
tiene muchas interrogantes a las cuales dar respuesta antes de tomar una
decisión: ¿Puede ir a buscar empleo? ¿O será mejor tenerlo antes de emigrar?.
Hay tanto que aprender desde la distancia y, sin embargo, nunca será suficiente.
Lo que sí es seguro es que, vaya donde vaya, encontrará sorpresas. Unas más
agradables que otras y, para superarlas, su fortaleza interior es su mejor
recurso.