Luisa, ahora que es madre, quiere transmitir a su hijo, los buenos
hábitos financieros que, en su infancia, recibió de parte de sus padres. Esta
formación ha sido fundamental para la planificación y logro de las metas que se
ha trazado a lo largo de su vida. ¿Cuáles fueron esos hábitos que aprendió
cuando era niña?
Probablemente, al igual que mucha gente, crees que es imposible
poner orden en tus finanzas personales porque el proceso es muy complicado. Resulta
que es posible a partir del desarrollo
de buenos hábitos financieros, los cuales se adquieren con la práctica, el
conocimiento y la disciplina.
“No compres lo que no necesites” porque, seguramente, terminarás con
un objeto que regalarás, luego de tenerlo guardado durante meses o años. Por
otra parte, habrás perdido el chance de usar ese dinero para algo más
importante como tu chequeo anual con el ginecólogo. En una oportunidad, una
madre no renovó la póliza de su carro para tener dinero con que celebrar el cumpleaños
de su hija.
“Establecer objetivos” es
la ruta para emprender un camino. Para lograr tus objetivos, serás capaz de
hacer cambios en el uso que le das al
dinero o buscarás la forma de generar mayores ingresos. Sin contar con objetivos
es difícil tener un norte hacia el cual dirigir nuestra energía. Para muchos
padres, los estudios de sus hijos son el objetivo más importante de sus vidas y
a ello le dedican su mejor esfuerzo.
“Empezar gradualmente” es la mejor fórmula para lograrlo. Tener
control sobre nuestras finanzas personales podría parecer una tarea muy difícil
al principio, por lo que se sugiere empezar poco a poco. Hacer cambios pequeños
de forma gradual y constante hará posible aprender a hacer, de forma
natural, una lista antes de salir de
comprar, el presupuesto mensual de gastos o conocer la deuda de las tarjetas de
crédito
Luisa y
su esposo están esperando que su hijo crezca un poquito para darle su primera
alcancía y alentarlo a ahorrar para comprar algo como un helado. Pretenden aprovechar
las circunstancias de la vida diaria para alentarlo a formar buenos hábitos
financieros y, darle la oportunidad de convertirse en un adulto consciente de
que mientras mejor use su dinero, mayor retorno tendrá y, con ello, una mejor
calidad de vida.
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