Luisa y
Ernesto esperan con mucha emoción la llegada de su primer hijo y, siguiendo la
recomendación de sus mentores, se reúnen con un asesor financiero para conocer
los beneficios de contar con una póliza de vida y le hacen una solicitud: "Por favor ¿puede mostrarnos con ejemplos de la vida real, la diferencia entre contar o no con la protección de un Seguro de vida?"
Todos
hemos presenciado las distintas situaciones en que quedan las familias cuando fallecen
los jefes del hogar. Unas mantienen su
calidad de vida mientras que otras transitan un camino de penurias financieras.
Se ven casos como el de aquel señor que asume la manutención de la viuda y los
hijos de su mejor amigo quién murió repentinamente dejando a los suyos sin dinero.
En una
oportunidad, continúa el asesor, conocí a un hombre de mediana edad que me dijo
que hubiera querido que su padre hubiera tenido una póliza de vida. Quedó
huérfano cuando estaba empezando la Universidad, y, por ser el mayor, tuvo que
dejar sus estudios y empezar a trabajar para colaborar con su mamá en la
manutención de sus tres hermanos menores. Fueron tiempos de mucha estrechez
económica.
"Recuerdo la primera vez que supe del beneficio de una póliza de vida", dice el asesor. Era un matrimonio joven, sin hijos. El
falleció en un accidente automovilístico y ella fue la beneficiaria de una
póliza de vida de USD 2.000.000,00. Constituyó, con parte de ese monto, un
fondo para becas en la Universidad en la que él se graduó y hoy, 20 años
después, se siguen otorgando becas en su nombre.
-En una
oportunidad visité a una mujer joven que me comentó que ella y su
esposo contrataron sus pólizas de vida antes del nacimiento de su hija - prosigue el asesor.
Su padre murió cuando ella era una adolescente y, gracias a la póliza de vida que tenía, siguió estudiando en el mismo colegio, viviendo en la misma casa, se graduó en una universidad privada y recibió efectivo para empezar su propio negocio.
Su padre murió cuando ella era una adolescente y, gracias a la póliza de vida que tenía, siguió estudiando en el mismo colegio, viviendo en la misma casa, se graduó en una universidad privada y recibió efectivo para empezar su propio negocio.
Un emprendedor,
cliente de un amigo, enfermó gravemente en medio de la quiebra de su empresa. Ante
su estado de salud, solicitó el 50% de anticipo de la cobertura de su póliza de
vida. Viajó a Europa a recibir un tratamiento que le permitió recuperarse y sobró
dinero con el que empezó otro negocio. Actualmente, disfruta de su “nueva vida”
junto a sus seres queridos, gracias a la póliza de vida que adquirió años
atrás.
isabel.idarraga@gmail.com
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