Juan, David y Armando reconocen que el éxito de su firma de consultoría
IT es producto de un trabajo de equipo en el que cada miembro ha asumido sus
funciones a cabalidad. Sin embargo,
conscientes que no hay en su grupo familiar quien los sustituya en caso de fallecimiento
prematuro, buscan una alternativa para proteger a sus familias y a la empresa si
esto sucede. Su asesor financiero les propone una solución a través del
instrumento financiero ya conocido por ellos, la póliza de vida.
Cuando uno de los accionistas muere afecta la seguridad financiera de su
familia y la del negocio. Los que quedan
a cargo pueden ver como los herederos venden sus acciones a un tercero o asumen,
sin experiencia alguna, el lugar del ausente en la dirección de la organización.
Algunas viudas toman el puesto del esposo desaparecido en su afán de asegurar los
ingresos para la manutención de sus hijos llegando a ocasionar, a causa de la
toma de decisiones erróneas, grandes desastres.
Para proteger la continuidad de la empresa, los socios pueden hacer un
acuerdo de compra- venta en el que se formalice el compromiso de no vender las acciones
a un tercero en caso de la defunción de uno de ellos. Establecen, con asesoría
legal y financiera adecuada, un precio justo que los socios que permanezcan con
vida pagarán a los herederos por la participación accionaria que les
corresponde. Esta planificación requiere que haya un fondo de dinero disponible
para tal fin.
El establecimiento de un fondo equivalente al precio justo del negocio
no debería implicar congelamiento de capital en una cuenta bancaria o adquisición
de deuda para obtener el monto en
cuestión. Se requiere de un instrumento financiero que garantice la disponibilidad
de dinero en efectivo en el momento en que ocurra el deceso de uno de los
socios. La póliza de vida ofrece suficientes ventajas financieras y fiscales para
convertirse en una buena alternativa para cumplir la voluntad de los accionistas.
Cada socio adquiere una póliza de vida con una cobertura igual al valor
de su participación en la sociedad, estableciendo como beneficiaria a la
empresa, previo acuerdo con sus familias. De esta manera, los herederos del
socio fallecido se comprometen a vender sus acciones al resto de los socios y
reciben, a cambio, dinero en efectivo, proveniente
de la póliza de vida previamente adquirida, y aprovechan las ventajas
financieras y fiscales de este instrumento.
Juan, David y Armando
comparten con sus esposas su plan para asegurar la continuidad de la firma que
han levantado con tanto esfuerzo así
como la estabilidad financiera de sus hogares si alguno de ellos muere en
una edad productiva. Ellas, comprometidas en mantener la calidad de vida de sus
hijos y en garantizarles un futuro
prometedor, apoyan a sus esposos en la adquisición de pólizas de vida como
parte de su planificación empresarial.
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