Raúl y Ernesto son hermanos
que están, uno comenzando la universidad
y el otro a mitad de bachillerato. Se apoyan mutuamente, comparten actividades
extra escolares, son excelentes estudiantes, buenos compañeros, deportistas y
anhelan tener un negocio relacionado con el deporte. Cuando hablan con otras
personas de sus planes y lo que están haciendo para conseguirlos son llamados, con
frecuencia y en tono despectivo, ambiciosos.
La palabra ambición tiene dos connotaciones. Una está
relacionada con el deseo desmedido de lograr poder, dinero y riquezas sin que
importe el cómo y la otra se refiere a las aspiraciones e ilusiones de disfrutar de una mayor calidad de vida que llevan al
individuo a fijarse objetivos. Es esta diferencia en la interpretación del
término lo que ha llevado a que buena parte de la humanidad considere que ser
ambicioso es pecaminoso por lo dejan a un lado sus fantasías de hacer algo
distinto.
Es normal que el hombre busque superarse a sí mismo,
realizar sus sueños y mejorar sus condiciones de vida. La ambición es el motor que
alimenta el deseo de llegar más lejos, provee la motivación y determinación
necesaria para alcanzar lo planeado. Enciende la llama del entusiasmo, el
esfuerzo, la perseverancia y la voluntad para mantener el foco en el camino para
llegar a sus metas, las cuales, por lo general, inciden favorablemente en su
entorno.
La
ambición es la energía que hace que los emprendedores dirijan sus esfuerzos para llevar a la realidad
una idea de negocios, mueve a los padres de familia a enseñar a sus hijos a ser
mejores ciudadanos capaces de elegir como vivir, lleva a los maestros a transmitir
a sus alumnos la importancia del conocimiento para obtener lo que se propongan
y dar un aporte a la humanidad. Es ese fuego interno que hace que el ser humano
se mantenga en movimiento buscando un mundo mejor.
Las
personas ambiciosas son impulsadas por una aspiración de cambiar lo que está a
su alrededor, ven oportunidades donde otros ve obstáculos. Son capaces de
explorar nuevas formas de hacer lo que han venido haciendo hasta ahora. Avanzan
hacia adelante y se convierten en visionarios. La historia está llena de
ejemplo de personas que han logrado cambios favorables a la humanidad producto
de su ambición, de su ímpetu por cambiar su realidad.
Raúl y
Ernesto han acudido a sus padres, como hacen siempre que necesitan ayuda para resolver
una situación ante la cual no tienen respuesta. Es así como llegan a la
conclusión que la ambición es poderosa, capaz de generar la voluntad necesaria
para crecer personal y profesionalmente, teniendo en cuenta los principios y
valores adquirido en el seno familiar. La ambición sana ofrece a los seres
humanos la posibilidad de sentirse realizados al alcanzar las metas que se han
propuesto.
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