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Tarjeta de crédito: te quiero, no te quiero

Emilia, luego de haber arriesgado su estabilidad financiera como consecuencia de su afán por comprar todo lo que le provocaba sin poner límite alguno, está trabajando intensamente en el aprendizaje de nuevos hábitos de consumo. Marisol, como su mentora, le ha pedido que evalúe la forma en que hacia compras con sus tarjetas de crédito y la preparación de una nueva propuesta para su utilización.

Las tarjetas de crédito son instrumentos financieros que permiten facilitar pagos regulares, como servicios y el colegio de los niños. Son de gran ayuda en casos de emergencias o gastos inesperados como la reposición de unos nuevos anteojos ante la rotura de los que estábamos usando y sirven como referencias bancarias. No son dinero en efectivo, sino préstamos bancarios que generan cargos por comisiones e intereses.

Todo usuario serio conoce sus fechas de corte y procura utilizar las tarjetas a partir del día siguiente del mismo para contar con más tiempo de financiamiento. Y, si realiza el pago correspondiente al mes con cheques de otros bancos, se cuida de hacerlo con suficiente anticipación para mantenerse dentro de los límites de tiempo establecidos por la entidad financiera.

Emilia reflexiona acerca del uso que le daba a sus múltiples tarjetas, llevándolas todas al máximo de sus líneas de crédito. Se veía obligada a destinar buena parte de sus ingresos al cumplimiento, a duras penas, del pago mínimo para no entrar en moratoria. Reconoce que, al igual que con el dinero, el uso de este instrumento debe hacerse para gastos que puedan pagarse mensualmente o para cubrir imprevistos.

La revisión mensual del estado de cuenta es una asignatura que permite al titular conocer como usó la tarjeta de crédito, el monto de la deuda, el importe de los intereses por financiamiento y verificar si el consumo del mes es, por lo menos, igual al de la cuota pagada. Si el objetivo es lograr la disminución de la deuda, el pago mínimo no debería ser inferior a la cuota minima más los intereses de financiamiento

Emilia ha decidido domiciliar los pagos de servicios en una sola tarjeta y ha incluido su importe en su presupuesto mensual para pagar todos los meses el respectivo consumo. Ha guardado otras y ha solicitado la anulación de las que no necesita, con lo que se ahorra los gastos de mantenimiento y evita caer en tentación de compras superfluas. Lista su tarea, muestra a Marisol su nueva forma de usar las tarjetas de crédito.

isabel.idarraga@gmail.com
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