Karina llama a Luisa, su mejor amiga, para pedirle apoyo en el manejo
de temas financieros pues está empezando a salir con un joven que toma muy en
serio el manejo de sus finanzas personales.
Luisa, se ofrece a hacer de profesora una tarde y le sugiere libros,
portales de internet y nombres de personas que pueden ayudarla a profundizar en
la materia. Es algo sencillo y, si te esmeras, pronto manejarás tus ingresos
con más cuidado mientas impresionas a ese chico que te atrae.
Así como en las empresas hay un departamento de Finanzas que maneja el
recurso monetario, en la vida de las personas debe haber un espacio dedicado a
la gerencia de los ingresos percibidos en el ejercicio de una profesión,
rentas, inversiones o donaciones. El dinero es el medio que permite al ser
humano relacionarse con su entorno para satisfacer, en primer lugar, las
necesidades básicas y luego, el cumplimiento de objetivos como hacer un
postgrado o adquirir un vehículo.
Antes de pensar en tus metas, es preciso conocer tu situación actual,
el punto de partida. A esto se le llama valor neto, el cual es la diferencia
entre tus activos, lo que posees y tus pasivos, lo que debes. Los activos
pueden ser de dos tipos, productivos y no productivos. Los productivos se
revalúan en el tiempo o generan rentas como los bienes inmuebles, las acciones
en empresas o los ahorros en moneda dura. Los activos no productivos más
comunes son los gastos con tarjeta de crédito.
Los pasivos pueden ser clasificados igual que los activos. Los pasivos
productivos son deudas contraídas para adquirir activos productivos como un
préstamo hipotecario para vivienda principal o un préstamo industrial para
maquinaria de una nueva línea de producción de nuestro negocio. Este tipo de préstamos
también se conocen como deuda buena. Mientras que la deuda mala es contraída
para financiar gastos que no generan ningún dividendo y son llamados también
pasivos no productivos.
Una vez conocidos los activos y pasivos, es posible, determinar el valor
neto que es lo que poseemos, en términos monetarios. A partir de ese momento podemos
establecer metas a corto, mediano y largo plazo. Estas metas son aquellos
objetivos que, una vez alcanzados, traigan cambios importantes a nuestras
vidas. Y, para que sea más fácil el trabajo y esfuerzo requerido para
alcanzarlas, es determinante conocer que nos mueve hacia su realización. Para
un padre, la seguridad de sus hijos es su motivación.
Contamos con varios recursos para consolidar nuestros sueños. El
primero es el presupuesto, una hoja en la que se relacionan los ingresos netos,
cualquiera sea su origen y los egresos, fijos como alquiler, comida y
transporte y variables como una visita no planificada al odontólogo. El segundo
elemento de gran relevancia es el hábito del ahorro, el cual hará posible la
inversión. Y bueno, creo que con esto ya tienes para comenzar y, de paso,
impresionar a tu chico, le dice Luisa a Karina.
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