Alberto y Raquel preparan con mucho entusiasmo,
como todos los años, un evento que les brinda gran satisfacción personal, la
entrega de regalos de navidad a niños y adolescentes en situación de pobreza.
Es una actividad en la involucran a sus hijos, familiares, amigos, empleados y
conocidos. Con meses de anticipación comienzan a trabajar en la obtención de
recursos para llevar a cabo una gran fiesta navideña en algún lugar de la
ciudad en la que habrá comida, payasos, juegos, rifas y obsequios.
La Navidad es tiempo de regocijo, de
compartir con los seres queridos y dar presentes, especialmente a los más
jóvenes de la casa. Infelizmente, una buena parte de estos pequeños viven en
hogares en los que el presupuesto apenas si alcanza para satisfacer las
necesidades básicas. Por fortuna, cada vez más personas toman conciencia de
esta situación y unen esfuerzos en torno a una causa común, llevar alegría a
estos niños cada Navidad.
La economía familiar puede ser
floreciente o no ser tan buena como en años pasados. Las necesidades del hogar
pueden estar cubiertas en mayor o menor grado.
Lo que es cierto es que en la medida en que apoyemos causas sociales
sentiremos un deleite que no tiene precio. La solidaridad humana puede ofrecer
momentos de gozo a aquellos que se encuentran en situación crítica,
especialmente a los niños y las personas más vulnerables.
No importa tu nivel de ingresos ni
el tamaño de la ayuda que puedas entregar, lo que cuenta es lo que hagas. Un
individuo con ingresos altos puede disponer, además de su tiempo, de una cantidad importante de dinero para
hacer labor social. Quienes tienen un presupuesto muy estrecho pueden colaborar
con su presencia, bien sea preparando comida, ayudando a envolver regalos, buscando
recursos o invitando a gente a participar.
Si cada uno de nosotros apoya, el impacto de esta actividad será
trascendental y podrá generar cambios importantes en la comunidad. Podemos ver
a nuestro alrededor como, cada Navidad, grupos de personas se organizan para llevar
ropa, regalos y entretenimiento a otros. Sin embargo, hace falta más gente
dispuesta a poner manos a la obra y apoyar a cualquiera de las diferentes organizaciones
o grupos que lideran esta tipo de iniciativas.
Alberto y Raquel provienen de
hogares pobres y estudiaron gracias a becas financiadas por instituciones comprometidas
con la responsabilidad social. Su forma de retribuir la ayuda recibida es
devolver a la comunidad parte de lo que reciben como producto de su ejercicio
profesional. Se han ocupado de que sus hijos aprendan a ser solidarios con su
entorno por lo que los involucran en las actividades que llevan a cabo para que
sean adultos conscientes de la importancia de su rol en la sociedad.
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