Rafael
acaba de vivir una experiencia dolorosa. Como médico, le ha tocado atender a su
amigo de la infancia, Pepe, que ha quedado impedido para caminar luego de un
accidente automovilístico. No podrá seguir ejerciendo su actividad profesional,
futbolista de un equipo europeo. Afortunadamente, Pepe ha sido precavido y
cuenta con un seguro de incapacidad que le respaldará financieramente a él y su
familia mientras se adapta su nueva situación.
Dentro
de la planificación financiera personal, las pólizas ocupan un lugar importante
para proteger al activo más importante de cada quien, a sí mismo. Las más conocidas son las de salud que proporcionan acceso a asistencia
médica en caso de enfermedades o accidentes y las de vida, que proveen recursos
financieros a los familiares cuando los jefes de familia fallecen tempranamente.
Sin embargo, pocas personas conocen los seguros de incapacidad.
Las
pólizas de invalidez permiten que el asegurado reciba una pensión en caso de
que no pueda seguir trabajando debido a un padecimiento o lesión. Para reconocer si necesita este tipo de
instrumento financiero basta con responder a estas preguntas: ¿Si no pudiera
seguir trabajando hoy, de forma temporal o permanente, estaría en situación de
pagar sus cuentas y cubrir sus gastos? ¿Cómo vivirían usted y su familia si quedara permanentemente afectado
para trabajar en este momento?
Las
estadísticas muestran que un tercio de las personas entre 35 y 65 años sufrirán
de una limitación seria a lo largo de su vida y las personas de 35 años tienen
riesgos, seis veces mayores, de quedar incapacitadas para trabajar antes que de
morir a los 65 años. Además, muchas familias agotan su patrimonio en gastos
médicos para mejorar la salud de un familiar que ha quedado lesionado por una
enfermedad o un accidente o, simplemente, para darle los cuidados mínimos que
requiere.
Un
seguro de incapacidad hará posible la
protección de las finanzas familiares al suministrar una renta, igual y consecutiva, durante un tiempo,
previamente establecido, que permita la cobertura de las necesidades básicas del
hogar y la atención especial de la persona que ha quedado inválida. Es
importante tener en cuenta que esta póliza, al igual que las de salud y vida, debe
adquirirse mientras se goza de buena salud.
Lo
ocurrido a su amigo cercano mueve a Rafael a reflexionar acerca de la
conveniencia de tomar buenas decisiones en lo que respecta a su planificación
financiera. Recuerda que su asesor financiero le ha explicado, en varias
oportunidades, las bondades de este
producto el cual siempre rechazó por considerar que a los 30 años no le hacía
falta. Sin perder tiempo, lo contacta para decirle que está listo para tomar
una póliza de incapacidad que sería de gran ayuda si le ocurriera algo como lo
que le pasó a Pepe.
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