Roberto
disfruta cada momento que comparte con su nieto Raúl y los martes son días
especiales pues almuerzan juntos. Siempre tienen un tema de conversación y,
cuando se emocionan el tiempo transcurre casi sin que se den cuenta. El abuelo
dirige la charla en torno a la
conveniencia de hacer deportes y tener buenos hábitos alimenticios para gozar
de una vida sana a pesar de la edad y se
pone como ejemplo, está muy bien a sus 80 años.
Frecuentemente
nos relacionamos con personas que ignoran las consecuencias, en sus organismos, de comer desordenadamente y tener una vida
totalmente sedentaria. Buena parte de las dolencias derivadas de esos malos
hábitos pueden ser evitadas si aprendemos desde, nuestra más tierna edad, a
aprovechar las bondades de los alimentos y la práctica de cualquier actividad
física, desde las más sencillas como caminar o bailar hasta deportes como
futbol, ciclismo o carrera.
La
buena salud permite a los seres humanos ser más productivos en todas las tareas
que desempeñan tanto en sus hogares como en el plano profesional. Los padres
son responsables de la formación y educación de los hijos y están en la
obligación de cuidarse, al menos, mientras los hijos crecen y se convierten en
adultos capaces de mantenerse por sí mismos. Es imperdonable que un jefe de familiar
abuse de las grasas, el tabaco y alcohol cuando lo espera en casa su bebé de
meses.
Hemos
visto adultos jóvenes, descuidados en extremo, que al llegar a los cuarenta
años han sufrido infartos severos o accidentes cerebro vasculares quedando incapacitados
para ejercer sus responsabilidades personales, familiares y profesionales, con
el agravante de que generan gastos adicionales que ponen en riesgo la
estabilidad económica de sus hogares. Muchos niños han suspendido sus estudios
porque sus padres enfermaron, dejaron de trabajar y no hay dinero para el colegio.
Por
si fuera poco, los efectos en nuestro cuerpo de estos malos hábitos
alimenticios, los abusos de sustancias tóxicas y la falta de ejercicio
conllevan incrementos de costos a la hora de adquirir instrumentos financieros
tan importantes como las pólizas de salud y vida. Este aumento en las
erogaciones incide directamente en el presupuesto familiar, obligando a reducir
gastos en rubros como actividades extra curriculares de los niños, disfrute de
vacaciones o la sustitución de la nevera que casi no enfría.
Como
verás, concluye Roberto, el cuidado de la salud es un asunto de responsabilidad
contigo y con tu familia. Es un tema financiero ya que los costos de una
enfermedad afectan el presupuesto familiar. Por eso, dice Raúl, mi papá siempre
dice que cuando mi hermano y yo nacimos se hizo el propósito de cuidarse porque
nuestro futuro está en sus manos y, prosigue, cuando tenga hijos, asumiré mis compromisos
con la seriedad con la que tú y mi padre lo han hecho.
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