Emilia sigue aprendiendo a controlar sus finanzas personales y cuando Rafael le habló de hacer un viaje de vacaciones pensó que estaba ante una nueva oportunidad de hacer cambios en sus hábitos de consumo. En cada asueto gastaba todo el dinero que tenía a mano y usaba, sin piedad, las tarjetas de crédito. A su regreso pedía préstamos para cumplir con necesidades elementales como la de alimentación y transporte.
Cuando preguntamos acerca de qué hacer para disfrutar de un viaje sin sobresaltos financieros, la respuesta más frecuente saca a relucir la importancia de planificar para conseguir mejores precios en pasajes, alojamiento, actividades de entretenimiento y paseos. Se hace mención, además, a la conveniencia de dejar a una persona de confianza al cuidado de nuestra vivienda, vehículo y mascota.
Nuestro pensamiento se aboca a las actividades de preparación de las vacaciones y al disfrute de las mismas, dejando poco espacio para prever lo que nos espera al regresar a casa. Cuando termina el asueto volvemos a nuestra realidad y nos encontramos con nuestros compromisos, deudas y gastos de rutina que debieron haber sido tomados en cuenta en la etapa previa a nuestra partida.
Se impone incluir, dentro de las actividades de planificación, la revisión del presupuesto rutinario de gastos para hacer las provisiones respectivas. De esta manera, conocemos el monto del dinero que debemos dejar en la cuenta bancaria para realizar compras de alimentos y pagar facturas de servicios, transporte, renta o hipoteca, colegio, pólizas y condominio.
El retorno de las vacaciones no tiene porque ser traumático ni terminar en endeudamiento para satisfacer las necesidades básicas. Una persona precavida no gasta todo su dinero antes y durante un viaje. Hace sus reservas en función de su presupuesto personal y regresa de su merecido descanso llena de ánimo y energía, lista para retomar su ritmo de vida y sus labores profesionales con mucho entusiasmo.
Emilia recuerda como actuaba en el pasado. Se felicita a si misma por su perseverancia en la adquisición de hábitos financieros que le permiten hacer un buen uso de su dinero. Está segura de que disfrutará el viaje con la tranquilidad de que a su regreso no tendrá que buscar dinero prestado, como hacía antes, porque está dejando una reserva suficiente para cumplir con el presupuesto de gastos que ha preparado antes de salir.
isabel.idarraga@gmail.com
Cuando preguntamos acerca de qué hacer para disfrutar de un viaje sin sobresaltos financieros, la respuesta más frecuente saca a relucir la importancia de planificar para conseguir mejores precios en pasajes, alojamiento, actividades de entretenimiento y paseos. Se hace mención, además, a la conveniencia de dejar a una persona de confianza al cuidado de nuestra vivienda, vehículo y mascota.
Nuestro pensamiento se aboca a las actividades de preparación de las vacaciones y al disfrute de las mismas, dejando poco espacio para prever lo que nos espera al regresar a casa. Cuando termina el asueto volvemos a nuestra realidad y nos encontramos con nuestros compromisos, deudas y gastos de rutina que debieron haber sido tomados en cuenta en la etapa previa a nuestra partida.
Se impone incluir, dentro de las actividades de planificación, la revisión del presupuesto rutinario de gastos para hacer las provisiones respectivas. De esta manera, conocemos el monto del dinero que debemos dejar en la cuenta bancaria para realizar compras de alimentos y pagar facturas de servicios, transporte, renta o hipoteca, colegio, pólizas y condominio.
El retorno de las vacaciones no tiene porque ser traumático ni terminar en endeudamiento para satisfacer las necesidades básicas. Una persona precavida no gasta todo su dinero antes y durante un viaje. Hace sus reservas en función de su presupuesto personal y regresa de su merecido descanso llena de ánimo y energía, lista para retomar su ritmo de vida y sus labores profesionales con mucho entusiasmo.
Emilia recuerda como actuaba en el pasado. Se felicita a si misma por su perseverancia en la adquisición de hábitos financieros que le permiten hacer un buen uso de su dinero. Está segura de que disfrutará el viaje con la tranquilidad de que a su regreso no tendrá que buscar dinero prestado, como hacía antes, porque está dejando una reserva suficiente para cumplir con el presupuesto de gastos que ha preparado antes de salir.
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