“Hay que guardar para los momentos de vacas flacas” comenta Roberto y, Luis Ernesto, quien tiene 18 años, le pregunta: ¿Abuelo, por que repites esa oración como una letanía?. Es que a lo largo de la vida, hay momentos de bonanza y de escasez, son ciclos que se repiten. Con los años, he aprendido que ahorrando más en épocas de abundancia, tendré suficiente para las épocas de crisis, responde Roberto.
A propósito de la reciente crisis mundial, se han presentado cambios importantes en el hábito de consumo de las personas. Las necesidades se han reconfigurado, unas se han reducido, mientras que otras han tomado mayor importancia dentro del estilo de vida de las personas. Los consumidores cambian sus aspiraciones de crecer por anhelos de mantenerse, protegerse y sobrevivir en lo laboral, económico y social.
Las épocas de bonanza económica propician la realización de proyectos que estaban guardados, ya sean de carácter personal o profesional. Es la época para emprender riesgos mayores aprovechando las oportunidades de los mercados, es momento para adquirir una vivienda, iniciar un negocio propio, hacer un postgrado en el exterior, viajar a Europa con la familia e invertir en monedas duras y planes de ahorro.
Mientras que, al cambiar el panorama, el consumo se limita a lo estrictamente necesario, se toma mayor conciencia del valor y costo de los bienes y servicios, se buscan actividades sociales menos costosas, surgen las gratificaciones con pequeñas compras como compensación a la imposibilidad de grandes adquisiciones como el carro último momento o el cambio de vivienda y se cuida mas la salud.
Personas, que mantienen su nivel de ingresos y capacidad de consumo, se sienten atemorizadas ante las vicisitudes del entorno, por lo que toman comportamientos bastante prudentes. La necesidad de seguridad adquiere un papel más relevante en sus vidas e influye en sus hábitos de consumo. Es así, como algunos cambian su vehículo de lujo por uno más modesto y otros aumentan el porcentaje de ahorro.
Estos son los consumidores responsables o inteligentes que, si bien, no necesitan reducir sus consumos por motivos económicos, sienten que las circunstancias así lo ameritan. Consideran que deben actuar preventivamente, de manera que los efectos de las crisis no los alcancen o que, de ser así, el efecto pueda ser minimizado, como consecuencia de su actitud austera, racional y responsable.
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